Archivos Mensuales: octubre 2009

¿Qué piensa usted, Sr. Freud? (Sueños propios narrados al detalle) (25)

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¡Uf! me alegro mucho poder escribir otro sueño. Ha sido de los más divertidos y extravagantes.

 

Todo empezaba segun recuerdo (olvidé detalles, lástima), en que estaba en la puerta de una clase… en verdad podría ser un cuarto de estar pequeñísimo o sala de profesores ridícula. Con 4 o 5 miembros, pertenecientes a clase de Ciencia ¿?

Lo extraño era que aparecía mi compañero de trabajo, joven taquillero del teatro. Yo no tenía intención de entrar, pero estaba parado en la puerta y le veia indeciso de entrar, asi que el si debia ser otro alumno más.

El diálogo absurdo de película mala de humor empezaba cuando yo me asombraba de ver un libro bastante grueso para contradecir a su título «Historia de la Ciencia de forma divertida». La portada era colorida y seguro el contenido era ameno e interesante. Mi compañero resoplaba y me preguntaba: «¿Lo has visto?»

El se refería que una morena bastante mona estaba en unade esas sillas que rodeaban la mesa alargada cuadrada para el poco numeroso alumnado. Yo no me enteré de eso al principio y respondía, ignorante de mi «Si he visto qué? el libro este? parece que esté genial eh?» (me considero geek en terminos minimos pero en este sueño mi papel era asi de estereotipado).

Lo siguiente es correr con una potencia y agilidad pasmosa para mi, fuera del recinto escolar. Da igual empinadas cuestas hacia abajo con montones de piedras sueltas. En el sueño era un maldito corredor. Hasta deparraba con los pies como si de un coche se tratase.

Para acabar, el sueño seguía yo subiendo una torre de madera que luego recordé al despertarme que referencia de cine me había propuesto a soñar.

En mi camino a la subida, me habían avisado de que había un perro algo feote, pero perro al fin y al cabo. No tardé en ver un ser de tamaño medio, grisáceo que enseñaba unos dientes. Parecía una monstruosa rata gigante, pero al acercarme un poco más descubría con horror que era el perro antes mencionado. Resultaba ser mascota de un vecino o vecina mía en el sueño. Su morro, aun con características perrunas, el hócico negro sobresalía de forma grotesca, confundiéndolo con un roedor.

rat

Sin quererlo, el pobre animal era lanzado al vacío (pues la subida en escaleras por esa torre a mi derecha en un descansillo no había barandillas algunas), al acercarse y ver que no era para saludarme pacifícamente. Solo queria esquivarlo, se agarró a mi manga derecha  de la chaqueta y al hacer aspavientos nervioso, fue cuando caía por el hueco de las escaleras.

Rapidamente veia su veloz caída, y al despertarme de este sueño, recordé que me parecía entre la torre de madera y este momento desastrososo del animal, a una escena de la famosa película «Vértigo» de Hitchcock.