Si en el anterior sueño acabé en un bus, en el de esta mañana comenzó en uno. No recuerdo mucho, algo de estar acompañada por una chica que decía ser compañera de curso, y echaba de menos la marcha de una de clase. Decía que sin su participación y debates las clases serían aburridas.
Termina este pasaje, me cuelo en un edificio muy espacioso, con un aire elitista bastante pronunciado. Tenían a un portero junto a un ascensor de esos de primeros de siglo, y en cada piso un portero más para entregar cartas o entregar a la gente una especie de borrador de carta para ese inquilino ¿?. Estaba la dirección, nombre, C. P.
Había entrado en la finca pues en un piso me interesaba una chica jóven de mi edad, rubia. A su lado en la puerta de su propiedad estaba su hermana algo más mayor. Me corté el mirarla, el portero muy listo sabía de mi interés y me daba una carta borrador.
Salía de esos pisos y enfrente había un edificio más alto, que era propiedad de Corte Inglés. Al pasar más adelante, había una plaza. En mis sueños suelo volar pero ninguna como de forma mágica y fácil. A veces es como nadar, otros con una postura algo incomoda para planear. En esta ocasión debía impulsar el movimiento como si quisiera salir a la superfície estando en el agua. Veía subirme, ver los balcones.
En el siguiente sueño, una tía mía por la tarde-noche me venía a buscar a casa, para llevarme en una acampada un tanto peculiar. El camino a la cabaña donde luego era una maldita conferencia publicitaria snob de diseño, estaba rodeada de construcciones de madera sencillas, o para que los niños jugasen a hacer el mono. Dentro de la cabaña una fila extensa de monitores querian vendernos unas gafas de sol de diseño que costaba 400 €. Yo reía y decía que ni loco. Un niño gafudo de 6 años iba con su hermana, al recordarme a mi de pequeño me simpatizaba y me repudiaba al mismo tiempo la imagen en el sueño.
En el último sueño fue el más divertido. Trataba que iba con unos amigos a una cutre casa de terror, pero cutre cutre. Solo recuerdo un sótano que a su vez me parece el de una tienda de juegos con servicio de alquilar consolas para jugar de niño, pero este recinto su localización ficticia del sueño estaba entre una calle y otra, mezclas, en mi ciudad.
Este sotano tenían réplicas pero atencion no de víctimas como si de una morgue se tratara, sino de serial killers de ficción famosos ¿? Al lado Jason Vorhees o Freddy Krueger, casi destripados con sábanas blancas y algo semidesnudos. El cazador cazado.
Entre muebles había estanterías, cómics, mangas de dudosa calidad por impresión o plagios, bodrios. Unas amigas sabian que no era para comprar, solo para leer allá, se lo querian llevar. Una en una senalla (cesta de uso popular en mis islas baleares) que a su vez bolso, metía algunos.
Una mujer bajita de pelo corto canoso, delgada y gafas de culo de botella vigilaba antes de que entraramos. De nuevo en un sueño recuerdo mi rol de acomodador de un teatre municipal, puede que hasta llevara el uniforme (que pesado soy).
Al querer subir las escaleras del sotano, reían entre nerviosas y divertidas mis amigas llevarse esos cómics cutres al inspeccionarles sus bolsos o senallas.
Lo mas tronchante es que me había quedado en el sótano comiendo una ensaimada con relleno de crema de chocolate, una especie de nocilla casera de buen sabor. Mientras disfrutaba mi paladar, la mujer decía que debiamos salir de ese recinto y yo estaba despedido, sabiendo que se había creído que trabajaba alli y había colado a mis amigos y que robasen algo de poca calidad. Respondía con tranquilidad «¿Ah sí? pues me despido» sin cambiar mi tono de voz, serena, mientras seguía comiendo esa deliciosa ensaimada chocolatada.